El ciudadano común, no alcanza a ver, cómo es que el Gobierno justifica el aumento a los impuestos y la aplicación de nuevos gravament, en que se destinarán mayores recursos al combate a la pobreza y en que se destinarán más recursos a programas sociales en zonas donde el hambre y la desigualdad está plenamente identificada.
Y es que desde la entrada de la presente crisis en México, el trecho entre los ricos y los pobres se hizo mas distante, desapareciendo prácticamente otra vez la clase media que buscaba afianarse, luego de su caída en 1994.
Impuestos aumentados como el IETU, IVA, el ISR, entre otros, pondrá sin duda en la lona a muchos mexicanos, pequeños empresarios a pensar en dedicarse a actividades que no generen gastos impositivos, como lo es la economía informal o de plano no laborar como hay en estos momentos más de 6 millones de personas.
El Gobierno y los representantes deberían encontrar las fórmulas apropiadas en estos tiempos para sí, sacar adelante al país, pero no agravar más la econimía de las familias que luchan cada día por sostener un nivel de vida, inclusive dándo empleos o generando recursos para la nación a través de pagar impuestos ya definidos.
Preocupa entonces, a los conocedores el hecho de que a través de apoyos miserables se busque abatir el rezago que existen en casi la mitad del territorio nacional, a través de cheques mensuales, con programas sociales que a la vista está que no solucionan ningún problema y por el contrario propician el paternalismo y proteccionismo que tanto a querido erradicar la derecha en México.
Han dejado de lado propuestas que son lanzadas al aire exporádicamente y que la mayoría de ellas busca causar un impacto de imagen política, como el de reducir la cantidad de diputados y senadores, así como la desaparición pailatina de secretarías de estado superflúas, que aportarían realmente el ahorro y la riqueza que el Gobierno busca al incrementar los impuestos.
Mientras tanto, por este año que viene se deja de lado el aumento del 2 por ciento a medicinas y alimentos, pero sube en Baja California el impuesto al valor agregado de 10 a 11 por ciento, así como toda una cadena de cargas impositivas más, que sin duda vendrán a soslayar más la economía de los mexicanos.
GERMÁN RAMOS
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