Editorial.
Santurrones o previsores.
Diputados y Gobernador, aprobaron en los últimos días del mes de diciembre pasado la nueva ley de alcoholes del estado, que entre muchas otras cosas, restringe a bares y cantinas que prolonguen los horarios y mucho menos que adquieran horas extras para expender bebidas.
Ese punto fue el que mayormente llamó la atención y es que para los comerciantes del ramo, se les hace muy poco trabajar entre semana a la 1 de la madrugada y los fines a las 3, pues dicen que son horas en que apenas los clientes están agarrando ambiente y cuando sus ventas se incrementan al máximo.
Ahora sí que palo dado, pues la ley fue aprobada por mayoría, sin consultarla con los posibles afectados y además, pese a que se pidió el veto por parte del Gobernador, éste en vez de acatar la petición indicó categórico que estaba de acuerdo con esa medida para contribuir a salvaguardar la vida y seguridad de los bajacalifornianos, pues se pretende que se consuma menos alcohol y tanto accidentes como hechos delictivos bajen.
Y bueno, tal vez si sea una restricción benéfica, pues más que comprobado está que los choques, atropellamientos y muertes inútiles de dan bajo los influjos de bebidas embriagantes, pues se vende en cantidades industriales durante toda la madrugada y hasta el amanecer, cosa que sucede en municipios turísticos como Tijuana, Ensenada o Rosarito, pero también sucede recurrentemente en Tecate y Mexicali.
Aquí la complicación es que desde hace varios años y producto de las reformas al artículo 115 referentes a la autonomía municipal, son los ayuntamientos los que manejan el tema de la venta y almacenaje de bebidas con graduación alcohólica y por ende son los encargados de otorgar las anuencias, permisos y al final de vender las horas extras a esos lugares, lo que según datos, representa a los ayuntamientos jugosas cantidades.
Por ello se vislumbra que al no ser tomados en cuenta los alcaldes, estos puedan no aplicar la ley, lo que se sabrá en los siguientes días.
Aquí el caso es que la ley entró en vigor a partir de este primero de enero y pues se tendrá que aplicar en toda la entidad, quieran o no.
Cabe destacar que en este sentido, el apoyo mostrado por el grueso de la población es evidente, pues no están de acuerdo en que se venda licor de manera indiscriminada a altas horas de la noche, lo que además provoca escándalos y pleitos dentro y fuera de los bares, por lo que es casi imposible que se cambie la disposición.
Y fue precisamente el Alcalde de Tijuana Carlos Bustamante, quien está motivando a los demás mandatarios para que rechacen la reforma y no la apliquen en sus ayuntamientos. Aunque es el único que tiene un bar y tal vez es la principal causa, aunque señala que se trata de sostener el nivel de turismo, pues muchos llegan de Estados Unidos a beber a los bares de Tijuana.
Sin duda una disyuntiva que marcará la imagen de los alcaldes ante la decisión de aplicarla o no, cosa de la que estará muy pendiente la ciudadanía.
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